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3.11.15

Cuba Libre

Un pie en lo alto y otras encerronas. Premio de la Crítica LiterariaUn pie en lo alto y otras encerronas. Premio de la Crítica Literaria by Sindo Pacheco
My rating: 5 of 5 stars

Godofredo Miyares, tratado como un mito aunque fuera vivo todavía, La historia dada como verídica, una verdad a medias y en la medida, un icono, que viene des del inicio a través de una carta personal, apócrifa, escrita por Alma Inés a su hermana que estaba por morirse... a morirse de amor. Es que esa luego recupera su fuerza movida quizá por una actitud ingenua de su hermana mayor. Así Amelia ameliora su estado de torpor y empieza a dibujar nuevas cartas, tras tal suceso, el milagro de las hojas de amor tierno e eterno. El ocurrido y tantas otras historias se desarrollan a ojos vistos, visitados por unas cien o sin cuentas de cuentos, todos muy bien elaborados para echarle a la vista llena de vislumbres miles.

Godofredo ya había se cansado de trabajar como encañador en Cuba, aun que tomaba todas y quería Cuba libre, pero se fue a vivir en Alaska. Su idea no era congelarse a hondo pero hacerse rico el suficiente para tomar como esposa a su amada a medias, Amelia. Después de transcurridos 40 años el no se olvidaría de su amor juvenil. Claro que nada podría ser más lejos de la realidad. La hermana tuvo compasión de ella y pasó a enviar cartas como si pasara por el antiguo amor, incluso imitaba a su estilo militar con sus palabras más rebuscadas. Tres hermanas solas aun que unidas por la pasión con solamente un sueño: Tocar el irreal. El amor surge no en la costura, o la cordura, ni dura ni pura, ni al menos por el fervor o la gordura, meramente por Amelia y su dulzura (o soltura de la soltera) en un viaje por el penthouse (o lo que se supone ser el último piso) del hotel Miramar, mirando el mar, que lo que viene después es un bar en Miraflores, que en un tiempo no muy lejos la gente se emborrachaba de tanto mirar a las flores… Las cartas de Godo (así lo llamaban las mujeres) pasaran a servir como un milagro en el pueblo y la gente lo veía como a una leyenda… aun que una leyenda viva.

El cuento "Habana", le cuento, cuando un león escapa del Zoo, o fue del circo… Poco importa ahora. Lo que es claro es que aquel animal no iba a sosegar hasta que él hiciera del pollo un polo de virtudes. Y la bestia seguía por las calles de Havana. Pero más difícil que domar la bestia seria enfrentar a una bella habanera. Lucia, una luz que luce tan real… como un cuento de cristal, tan frágil y dulce… Un encuentro en fuga, fugaz.

Y luego nos invita a un “Pas-de-Deux”, con Bernabé y Felicia quien era feliz y ni lo sabía. A un Paso de Dios, los dos viven en pie de guerra. El, para distraerse y substraerse al extraer de si mismo algo real, empieza a escribir un cuento que no dura más que una sola línea. Pero es más viva que su vana existencia. Así que para salvar su alma atrae a un personaje que no lo trae y que se hace tan real que sobrepone a su propio creador.

Un cuerpo separado de su cerebro. Cuanto tiempo le sobraría libre de su alma penada o cuanto le restaría por vivir… Le quedaría solamente estar encerrado en sí mismo o enterrado a su propio destino.

Son tantos los cuentos absurdos que hasta parecen normales. En paradojos hay un comprometido sentido de realidad estratosférica en extractos de relatos ricos y caros, en una cara a cara de extrañezas caras. Claro, claras. Plenas sin pena. Poesía hecha en prosa. Profundas historias dichas de manera singular, algunas desdichadas, un sin par de anécdotas impares, dispares y mismo divertidas en notas creativas. Escrita que fluye a los ojos curiosos por adivinar los hechos, que ya no podía resistir la tentación de conocer el gran final. Yo empecé a leer en una noche escura y fría con una lluvia flaca, fina y persistente hasta el fin, cuando terminé la lectura aun acompañada de la lluvia, ahora interna pero intensa, fuerte, caliente y resistente.

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